31.3.10





28.3.10




Sí, dentro de un espacio, pero ocupando el espacio-tiempo con todos sus atributos. Y no como una alteración de la aventura humana sino como una explicable necesidad que emite nuestra condición humana. Probablemente aparecerán otros condicionamientos pero en la ciudad hidroespacial nos proponemos destruir la angustia y las enfermedades, revalorizar el amor, los recreos de la inteligencia, el humor, el esparcimiento lúdico, los deportes, los júbilos indefinidos, las posibilidades mentales hasta ahora no exploradas, la abolición de los límites geográficos y del pensamiento. ¿Idealismo utópico? En absoluto. Los que no creen en su factibilidad es porque siguen aferrados a la caverna, a las guerras y diluvios. Por lo tanto disolver el arte en la vivienda y en la vida misma es preanunciar síntesis e integración.
En la célula hidroespacial el hidrociudadano en su pluralidad inventa no solamente su arquitectura, nombra y elige sitios y lugares para vivir, que podrán o no acoplarse a miles de viviendas, plataformas y accesos suspendidos en el espacio. Hidroespacializar, aterrizar, amerizar, alunizar, venusizar, tender posteriormente conexiones galácticas e interplanetarias atravesando los años luz, serán alternativas multiopcionales. Habrá lugares para tener ganas, para no merecer los trabajos del día y la noche, para alargar la vida y corregir la improvisación, para olvidar el olvido, para disolver el estupor del por qué y para qué y tantos otros lugares como nuestra inagotable imaginación amplifique y conciba.

_GYULA KOSICE (+) _de La Ciudad Hidroespacial, Buenos Aires, 1971

22.3.10




Porque un giro lingüístico carece de sentido es por lo que puede seguir siendo usado.
He soñado con Freud: ¿qué significa?

17.3.10




Pieter Hugo (+)


16.3.10


NADIE EN ARGENTINA

Dicen las malas lenguas que cuando finalmente se hundió “La Perla Negra” (azote de los mares, pesadilla del Caribe) toda su tripulación se fue con ella al fondo del mar.
Pero la realidad fue bien distinta.
En los últimos años, casi todos aquellos fieros piratas, hartos de aventuras y tesoros, se habían ido pasando a la vida “civilizada”. Poco a poco.
Un día, por ejemplo, uno de ellos bajaba en un puerto cualquiera, para arrancarse una muela o ver una mujer, se quedaba un par de noches, una semana…y finalmente echaba raíces. Con el paso del tiempo era casi imposible diferenciar entre un viejo bucanero y un honrado comerciante de toda la vida.
Salvo por un pequeño detalle.
Aunque pasaran los años, aquellos viejos piratas seguían mascando aquel amargo tabaco que traían de Jamaica. El tabaco de la “Blue Montain”. De esta manera, los antiguos camaradas se reconocían entre si en cualquier parte del mundo y en cualquier circunstancia. Sólo tenían que mostrar los dientes.
En Guinea, Sydney, Cabo Verde o el Río de la Plata, podías ser tabernero, curandero o vendedor de ultramarinos, daba igual…Si tenías los dientes azules eras… “uno de los nuestros”.
500 años después, otro pirata inventó un chisme para que cualquier aparato del mundo reconozca a otro sin estar conectados. Para que un teléfono, por ejemplo, se conecte por la simple cercanía con un ordenador, o con un coche, o con una tostadora, o con un robot. Y a este cacharrito lo llamó “bluetooth”.

de Futuro Perfecto, el blog que Nadie administra


yo (el burro adelante), Gustavo Nielsen (+) y el inefable NADIE (+)







12.3.10


PLAY + PLAY + PLAY




9.3.10







6.3.10


Donaré mis deudas _ _


1.3.10


PLAY + PLAY