23.11.09




Para ahorrar energía eléctrica, las autoridades de Santa Bernardina del Monte dispusieron que a la cero hora del día veinticinco los relojes se atrasaran una hora, pasando a marcar las veintitrés horas del día veinticuatro. De este modo la gente que tuviera que levantarse a la hora siete del día veinticinco no tendría que prender ninguna luz, ya que en realidad serían las ocho y el sol estaría ya en plena actividad.

Cuando llegó el momento -la cero hora del día veinticinco- la gente de Santa Bernardina del Monte, obediente como era, atrasó sus relojes una hora. Fueron entonces -o volvieron a ser- las veintitrés horas del día veinticuatro. Una hora después, los relojes volvían a marcar la cero hora del día veinticinco. La gente de Santa Bernardina del Monte, obediente como era, atrasó sus relojes una hora. Volvieron a ser entonces las veintitrés horas del día veinticuatro. Una hora después, los relojes volvían a marcar la cero hora del día veinticinco.

-¿Qué hago, mamá? -preguntó un joven- ¿atraso el reloj?

-Por supuesto, hijo: debemos ser respetuosos de las disposiciones de la autoridad - contestó la madre.

Todos los habitantes de Santa Bernardina del Monte obraron en consecuencia con ese precepto. Pero una hora después los relojes volvían a marcar la cero hora del día veinticinco. Nuevamente los pacíficos habitantes de Santa Bernardina del Monte atrasaron sus relojes una hora. Se pusieron entonces a esperar el transcurso de los sesenta minutos que faltaban para volver a atrasar los relojes. Pero algunos tenían sueño y se fueron a dormir, no sin antes dejar turnos establecidos de tal modo que siempre hubiera alguien despierto a la hora de atrasar el reloj.

A la mañana siguiente seguían siendo las veintitrés horas del día veinticuatro. Una hora después era la cero hora del día veinticinco, e inmediatamente después volvían a ser las veintitrés del día veinticuatro. Faltaban nueve horas para que abrieran las oficinas y los comercios. Una hora después faltaban ocho, pero en menos tiempo del que tardaba un gallo en cantar -y efectivamente había muchos gallos haciéndolo- volvían a faltar nueve. Los habitantes de Santa Bernardina del Monte, de mantenerse este estado de cosas, habrían muerto de inanición. Sin embargo muy otra fue la causa de su muerte. Tres días después del cambio de hora, un funcionario del gobierno central que pasaba por el pueblo interpretó la actitud de los lugareños como huelga general por tiempo indeterminado, y dio parte de ello a sus superiores. Poco después, diez mil soldados entraron con helicópteros y tanques a Santa Bernardina, aniquilando a los insurrectos. Los relojes del pueblo, entonces, quedaron divididos en dos categorías: los que averiados por las balas, estaban clavados en una hora entre las veintitrés y las veinticuatro, y los que seguían marchando libremente, pudiendo llegar hasta más allá de la cero hora sin que nadie los tomara por las agujas para atrasarlos. De todos modos algunas horas después ellos solitos volvían a marcar las veintitrés, como si sintieran nostalgia de sus disciplinados dueños, que en paz descansen.
_Santa Bernardina del Monte / leo maslíah



9 comentarios:

-> dijo...

qué buenísimo, santa bernardina y otro donde se cambian las cabezas (ah, y otro que explica las reglas de un juego que consiste en caminar por la vereda con múltiples previsiones para casos múltiples) son mis favoritos.

pd. el video es pesadísimo, tarda horas en cargar, y ahora que pienso cada vez que entro acá se me cuelga un rato enorme la computadora, que sí es un carreta pero igual, no sé, hacé algo.
he dicho.

Anónimo dijo...

Ofú,mejor dejar la hora quietecita.......

S. dijo...

qué triste la historia de hoy no?qué malos son los soldados no?porqué los han tenido que matar,por un puto relog?por una hora?que vida más injustaaaaaaaaa

victoralamino dijo...

geñál!

sky walkyria dijo...

las desventajas de ser obediente

el bailarin parece sentirse solo...


besos!

jas dijo...

muere en la oscuridad... feo destino.


Y ya ves como son los militares en estos casos, si no ahorras luz te dan candela-

Sabrina O. dijo...

¿Cambio y crisis no son sinónimos?

Siempre es mejor es quedarse BIEN como uno está y no arriesgar NADA.

:)

Ale× dijo...

romina: ja! Maslíah en 1985 irritaba más a los padres que Kiss en 1980.
Voy a dejar a la vista únicamente a la última entrada, así se hace más livianillo.
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Menda: relóooj no marques las hoooras
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S.: living la vida loca
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saposapo: xenial
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sunny: me quitaste las palabras de los dedos.
El bailarín, no sé! Kagome, Kagome.

besioux!
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JAS: se muere de verdad? jajajjjas
está bailando la muerte del ganso? me supera. En la oscuridad, se muere. Con más luz, los matan. Kagome, Kagome.
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Sabri: nah, mentira, no son sinónimo ni a ganchos. Son inevitables, amalos sin temor. De eso se trata todo.
besoabrazo
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Lillí dijo...

Horror, siento que aquí el efecto es idem, pero natural.