Y dice, así, en bold, que la violencia contra la mujer no es una cuestión “cultural” sino de orden delictivo, y que es un problema que atañe a todas las naciones y requiere una respuesta proporcional a este tipo de delitos.
Ahí me detengo, dice “Cultural”.
Y pienso que, tal vez, no sea una cuestión “cultural”, sino una cuestión cultural. Que tal vez para evitar hacerse eco de las polémicas desatadas durante este año en holanda, egipto y marruecos, la embajadora elude cualquier referencia a la obligatoriedad religiosa que dicta el uso de niqabs y burkas…
Si, me gusta exagerar.
Oiste hablar de “circuncisión femenina”? Si lo buscás, vas a encontrar que la mal llamada circuncisión femenina es una práctica muy arraigada, extendida por alrededor de una treintena de países (áfrica subsahariana y nordoriental, medio oriente, sur de la península arábiga, malasia, indonesia, india y australia). Vas a encontrar que ya Herodoto hacía referencias a esta espantosa práctica realizada por fenicios, hititas, etíopes y egipcios en el siglo V. Se trata ni más ni menos que de la ablación de labios vaginales y clítoris, un horror que se practica con instrumentos rudimentarios, sin anestesia. Mutilación física y sexual, por si hiciera falta decirlo, circunscripta a la historia de la sumisión de la mujer.
Vas a encontrar que, con diferencias entre etnias, la aberración suma cuatro grados en una escala del terror, según se lo practica al día de hoy:
Grado 1: pliegue superior del clítoris (comparable con la mutilante circuncisión masculina, que priva a los varones de una parte de su cuerpo que desempeña una función en la vida sexual).
Grado 2: clítoris completo y parte de los labios.
Grado 3: clítoris completo, labios mayores y menores.
Infibulación: clítoris completo, labios mayores y menores, sumado a que se cose la vulva dejando una pequeña abertura que únicamente permite la salida de orina y el sangrado menstrual. Como lo que se busca con la infibulación es la fidelidad hacia el marido que viaja, la vulva se cose y descose en repetidas ocasiones.
Vas a encontrar que esta atrocidad es realizada generalmente por ancianas desprovistas de la menor competencia quirúrgica, con algún objeto afilado y hierbas. Que los problemas de salud posteriores son de toda índole: hemorragias que pueden provocar la muerte, lesiones de recto y uretra, infecciones, fístulas. A ello agregale los traumas psíquicos anteriores y posteriores a la castración.
El placer sexual queda así vedado por siempre, es obvio, como obvio es que el coito se transforma en tortura. No me atrevo a imaginar un parto sin una riesgosa episiotomía.
La mutilación genital femenina no sólo resguarda la virginidad de las niñas / adolescentes, o impide la masturbación y el placer sexual: es una ceremonia comunitaria que tiende a la perpetuación social y política de la organización. Por lo tanto, el acto se encuentra en el entramado psicosocial, con ceremonias especiales, ritos tradicionales, creencias, costumbres, valores. En algunas etnias simboliza la ofrenda o el sacrificio de una parte de los órganos genitales a las divinidades que presiden la fecundidad. Símbolo / sacrificio / divinidad / presidir / fecundidad. Es cultural. En otras etnias, es un rito iniciático que encauza la transición de la pubertad a la adultez.
Un uso tan antiguo sólo subsiste rutinariamente por el temor de las comunidades a perder su identidad. Qué otra cosa es la cultura?